Las 2 pulperías secretas a solo 2 horas del Obelisco para una tarde de tertulia
Las escapadas gastronómicas son una opción ideal durante todo el año. Las pulperías y los almacenes de ramos generales fueron el centro de la vida social en la Provincia de Buenos Aires hasta finales del siglo XIX.
Estos tradicionales establecimientos, construidos con paredes de adobe y techos de paja, eran el lugar de encuentro para los locales y los viajeros que llegaban desde Buenos Aires para compartir momentos de intercambio social y comercio.
1- Pulpería de Cazón: Escapada cerca de Buenos Aires
La Pulpería de Cazón, ubicada a 170 km del Obelisco en el partido de Saladillo, es una opción interesante para visitar. Para llegar, se debe tomar la RN 205 y girar en el cartel-escultura que da la bienvenida a los viajeros.
Cazón cuenta con un vivero municipal de 200 hectáreas, parte de las cuales se ha convertido en un hermoso bosque, merecedor del título de “pueblo del millón de árboles“. Los visitantes pueden disfrutar de caminatas y observar decenas de especies de aves en este entorno natural.
En febrero, la pulpería y el pueblo son anfitriones de la Feria Farol, un encuentro que reúne a editoriales, escritores, ilustradores y ofrece charlas y actividades relacionadas con el arte y la naturaleza. La base del Campamento de Cazón será el escenario principal de estas actividades, donde también se llevarán a cabo charlas, presentaciones y talleres.
La Pulpería de Cazón busca recrear el ambiente de los antiguos almacenes de campo, priorizando el contacto humano, el diálogo, la comida tradicional y la música popular de todas las latitudes.
Este restaurante forma parte de la ruta gastronómica de la provincia de Buenos Aires, a lo largo del corredor de la Ruta 205, que incluye destinos como Roque Pérez, Saladillo, Los Toldos, Lobos, Uribelarrea y Bolívar, entre otros.
2- Pulpería La Blanqueada: Descubriendo San Antonio de Areco
La pulpería La Blanqueada es un auténtico comercio rural restaurado que tiene más de 150 años de historia. Aparece mencionada en la obra “Don Segundo Sombra” de Ricardo Güiraldes.
En su interior se recrea el ambiente típico de una pulpería, con la reja, el mostrador, el estante de botellas y los muebles. Se pueden ver muñecos representando a un grupo de gauchos jugando a las cartas, vestidos con chiripá, botas de potro y pañuelo colorado.
En 1999, esta pulpería fue declarada Monumento Histórico Nacional. Es un lugar ideal para conocer cómo eran estas típicas pulperías rurales, que cumplían funciones comerciales y también como sitio de reunión y tertulia.
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