Descubrí el lugar perfecto en Chubut para disfrutar como residente argentino o turista
En el mar Argentino, la península Valdés es un accidente costero de forma casi triangular unido al continente por el istmo Carlos Ameghino. En ese lugar se halla el Puerto Pirámides, un encantador pueblo que se enorgullece de ser el único centro urbano designado Patrimonio Natural Mundial por la UNESCO desde 1999.
Puerto Pirámides: apacible, seguro y natural
El entorno natural se hace presente desde el mismo momento en que se empieza a dirigir hacia Puerto Pirámides. Al abandonar la ruta 3, después de Desempeño, se entra en el Área Protegida, por lo que se debe circular con mucha precaución ya que circulan libremente diversidad de especies animales como guanacos, maras, choiques y ovejas.
Al llegar al pueblo, con la vista sobre el amplio golfo Nuevo, esta realidad se amplía para apreciar la diversidad de fauna marina que, debido a las condiciones naturales del lugar, encuentra su hábitat allí. Pingüinos de Magallanes, elefantes marinos, orcas, delfines y la presencia destacada de la especie emblemática que sitúa en el mapa mundial a Puerto Pirámides: la ballena franca austral.
En las calles se percibe una combinación especial. La mezcla armoniosa de un pueblo con apenas 700 habitantes se entremezcla con viajeros con mochila, familias en visita y diversos turistas que llegan a la localidad.
Puerto Pirámides ofrece una amplia gama de actividades y alojamientos que brindan todos los servicios necesarios para que, al quedarse allí, se pueda disfrutar de una experiencia completa en este pequeño lugar con una gran riqueza cultural y natural.
Un pequeño pueblo para disfrutar
Al ser un pueblo pequeño, en pocos días, más que un turista se convierte en un vecino al que todos saludan, y desplazarse de un lado al otro se puede hacer tranquilamente a pie, accediendo a lugares mágicos, paisajes imponentes y a las oportunidades que ofrece la naturaleza.
Por supuesto, es adecuado para todas las edades; cuando baja la marea se puede visitar la Playa de la Piedra Guacha, donde destaca una formación rocosa erosionada que queda a la altura del mar y que le da nombre al lugar.
A su alrededor se aprecian innumerables cuevas, a las que también se puede acceder mediante una caminata que ofrece algunas de las vistas panorámicas más espectaculares, incluyendo la Bahía de Pirámides y la desembocadura del Golfo Nuevo.
A veces, mirando al mar desde la terraza, el balcón o la ventana de la habitación, se divisa una nube de vapor, y luego, como marcando un ritmo, un compás: son las ballenas francas que pasan por allí con su característico soplido, saludando a los espectadores que rápidamente se agrupan en la costa para presenciar una de las experiencias más fascinantes que Pirámides tiene para ofrecer.
Puerto Pirámides para todos los públicos
Esta realidad inmersa en la naturaleza se ve reflejada en todos los aspectos, incluida la gastronomía. Una visita obligada en Puerto Pirámides es degustar los variados platos de mar que forman parte del menú de los diferentes restaurantes, con especial énfasis en los mariscos.
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A diario, los pescadores artesanales se sumergen en el golfo de San José para recolectar manualmente vieiras. Una vez en las cocinas, estos mariscos exquisitos se convierten en una verdadera obra de arte culinaria.
El plato típico de la región es “Vieiras gratinadas con queso y vino blanco”. Consiste en un molusco que se encuentra en una concha plana en la parte superior y acanalada en la inferior, siendo un alimento excepcional tanto en la gastronomía como en lo nutricional. Su carne es firme, con una textura algo fibrosa y un sabor a mar marcado, realzado con el inconfundible aroma y sabor del parmesano y el vino blanco.
Puerto Pirámides es un destino peculiar en el cual la naturaleza gobierna todas sus actividades, ya que se ubica en un Área Natural Protegida que ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Esto, lejos de ser un impedimento, representa un vasto abanico de oportunidades.
La edad no importa, Puerto Pirámides se abre para todos, con la calidez de un pueblo pequeño que considera al visitante no solo como turista, sino como un vecino.
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